Texcoflor, la organización cooperativa que brincó al coyotaje

Texcoflor, la organización cooperativa que brincó al coyotaje.
En las tierras fértiles donde descansa el antiguo lago de Texcoco existe una historia de organización y ayuda mutua que ha cambiado el rostro a 102 productores de flores que hoy gestionan su propio mercado, el más reconocido en la región. Texcoflor, es el nombre corto, familiar, que tiene la Unión de Productores de Flores y Hortalizas de Texcoco.
Provenientes de seis comunidades, sus socios han luchado por tener un espacio propio para ofrecer su trabajo y evitar el intermediarismo, que en su mayor auge, los dejaba incluso sin pago.
Aquí en Texcoflor, el Consejo Superior del Cooperativismo (Cosucoop), a través de la Confederación Nacional Cooperativa de Abastecimiento y Distribución (Conabasto), ha aplicado el principio de la ayuda mutua y por medio de asesorías acompaña el crecimiento de esta cooperativa. Manuel de la Rosa, presidente de Conabasto, resalta que el apoyo que ofrece a Texcoflor se da de manera natural. Además en los estatutos de la confederación de abasto establecieron que dicho apoyo a las cooperativas debe darse de forma directa, añade.
Los olores suaves y los rojos encendidos de las flores son lo primero que saltan. Pero al mirar más allá, se descubre una organización en forma: pasillos limpios, residuos separados en orgánicos e inorgánicos, una área de comida delimitada y un paso continuo de usuarios que buscan llevarse el mejor arreglo para su ser querido. Y cuando se dice que es el mejor arreglo, es porque así está ganado, las flores de Texcoflor duran por lo menos dos semanas con vida, a diferencia de otras que mueren en dos días, afirman los socios.
Sin intermediarios
Pero no siempre fue así, tan prometedor y organizado, (Manuel de la Rosa incluso lo mira con el potencial de generar un polo cooperativo). En esta zona del Estado de México, reconocida nacionalmente como productora de flores, el principal problema para los productores había sido el coyotaje (intermediarios). Los socios relatan que los coyotes pagaban una cifra mínima por sus flores, que luego revendían en la Central de Abasto, pero a veces ni eso, pues se llevaban las flores y prometían pagar una vez vendidas, pero decían que se echaban a perder o no se vendían.
El trabajo de semanas quedaba reducido a nada. “Ahora nos va bien, después de muchos años de lucha y de gente que le apostó a estar aquí. Tenemos 12 años en el lugar y 15 como cooperativa. Ya no hay coyotaje, estamos produciendo 600 manojos a la semana y en época de altas hasta mil 500 manojos”, explica Felipe Noé Sánchez, uno de los socios floricultores.
“El espacio fue aportado una parte por el ayuntamiento y otra por la cooperativa, Texcoflor aportó materiales y trabajo”, agrega Don Felipe, “ahora tenemos un reconocimiento de toda la zona, viene gente de Hidalgo o de Tlaxcala”. Los niños floristas En los locales se pueden apreciar incluso a niños floristas. Johan nació hace doce años en Santa Catarina y aprendió a arreglar flores de ver a sus familiares.
“Hice estas tres canastas – señala una mesa cargada de arreglos- le puse rosas, lila, los clientes me dicen que están muy bien. Voy en segundo de secundaria”. A los niños de Santa Catarina del Monte les dicen que en vez de nacer con torta bajo el brazo lo hacen con el cuchillo en los dientes para empezar a cortar la flor. Muchas son las mujeres que se miran en los locales.
Amalia Espejel, fundadora de la cooperativa resalta: “Somos 40 mujeres productoras. Tengo 3 hijos y para mi es importante este trabajo por eso le eché ganas desde el inicio. Estamos todos unidos mujeres y hombres”. Amalia junto a otras compañeras formaron el mercado y pasaron noches y guardias hasta que se incorporaron más compañeros.
La lucha por el espacio
“Estábamos en un terreno bajo una lona, en panteón de Sila aquí en Texcoco, desde las 10 de la mañana hasta las 8 de la noche. Pasábamos el agua y los fríos, a veces el viento nos tiraba la lona. Ahí estuvimos como 3 años”, tercia Yolanda Durán, la actual tesorera.
“Al principio fue un peregrinar”, dice a su vez Godofredo Carrillo Buendía, del Consejo de Vigilancia, “hubo un momento de desesperación donde algunos desistieron”. Narra que el ayuntamiento primero les ofreció un lugar que no cumplió con sus expectativas, luego se fueron a otro del que los desalojaron por ubicarse frente a un mercado municipal.
“A partir de ahí se vino esta alternativa, pero esto era un desierto, aquí pasaba el drenaje. Aquí se empieza con lonas, a construir con recursos de todos los socios y empezó el reto”, relata el floricultor.
El siguiente paso
El presidente municipal de Texcoco, Higinio Martínez, cedió este terreno en comodato a la cooperativa hace 12 años y este año repite administración. En una reciente visita quedó sorprendido. “Higinio lo vio cuando esto era un sueño y hoy ya es una realidad”, describe Godofredo. Prometió aportar recursos para mejorar las instalaciones, crear un salón de usos múltiples, dividir los locales y estandarizar la estética de los mostradores, describen los socios.
La otra necesidad es la difusión, afirman. “Tenemos mucho pero Texcoflor tiene capacidad para dar más. Nos falta la difusión. Muchas personas nos dicen que no conocen el mercado, con servicio prácticamente de 24 horas”, apunta Verónica Martínez Campos. Con compañerismo, organización y participación de las comunidades Texcoflor camina con paso seguro.
“Me siento bien, agradable, con el compañerismo”, dice Enerina Meraz, de la comunidad de Nativitas. “Si no tenemos una cosa corremos con los compañeros”. Las comunidades El modelo de organización que han implementado es a partir de representantes por comunidad, algo que entre las cooperativas se conoce como el modelo Tosepan.
Cada comunidad participa en las reuniones de la mesa directiva y a su vez (“aquí nadie es autónomo, las decisiones se toman por consenso”) se lleva la información a cada uno de las y los socios, explica Yolanda Durán. Todas las comunidades (Tequexquináhuac, San Pablo Isayo, Santa María Nativitas, San Dieguito Xochimanca y Santa Catarina del Monte y San Diego) tienen los mismos derechos y obligaciones, pero también los mismos beneficios, apunta Yolanda. “Nuestra cooperativa es un ejemplo para todo Texcoco, por su durabilidad”, aseguran los socios.
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